viernes, 16 de mayo de 2008

Venecia

Con casi dos semanas de retraso, inicio el resumen fotográfico de mi viaje a Italia. Empiezo con Venecia, la primera ciudad que visitamos.

Nos alojamos en Treviso, ciudad situada a unos 50 km de Venecia y bien comunicada por tren. Cogimos uno de los primeros trenes de la mañana para aprovechar el día al máximo. La primera imagen para el recuerdo llegó cuando durante su trayecto pasamos por el puente que une la península itálica con el entramado insular de Venecia. Es increíble el fenómeno que la naturaleza ha creado en la laguna veneciana.


Ya en Venecia, pateamos toda la ciudad de arriba a abajo. Es una ciudad en la que, valga el tópico, perderse es una auténtica gozada. Si todos los caminos llevan a Roma, en Venecia, nada más bajar del tren, todos los caminos llevan al puente de Rialto, el más importante de los que unen ambos lados del gran canal.


Al igual que todas las ciudades, Venecia posee unos referentes turísticos de obligada visita, tales como la plaza de San Marcos, el propio Rialto, el palacio Ducal,... Sin embargo, pocas ciudades pueden presumir de desprender encanto en cada uno de sus rincones. Detrás de cada esquina puedes encontrar una sorpresa, un puente inverosímil, un edificio que reta a la gravedad inclinándose hacia el canal, una góndola que te invita a fotografiarla...




El gentío es otra de las señas de identidad de la capital del Véneto. Entiendo que agobia bastante hacer turismo por una ciudad en la que parece que hay una manifestación multitudinaria de forma constante. Es imposible hacer bien una foto a la primera, sin que nadie pase por delante fastidiándotela. Asimismo, de tanta gente que hay, la sensación de que en cualquier momento te van a robar es contínua. Cada día llegan cruceros que aportan miles de visitantes de todos los puntos del Mediterráneo. Es lo más parecido a un hormiguero que he visto en mi vida, pero con personas en vez de hormigas.


La plaza de San Marcos, si bien no está en el centro de la ciudad, se puede considerar como el kilómetro 0 de la misma. La basílica de San Marcos y la torre del campanario son dos lugares de obligada visita.


El Palacio Ducal, justo al lado de la basílica de San Marcos, es una auténtica maravilla de la arquitectura gótica. Tras él, se encuentra el emblemático puente de los Suspiros, que lo une con la antigua prisión de la inquisición. Debe su nombre a los suspiros que daban los presos al pasar por él, viendo por última vez el cielo y el mar antes de su muerte.




Y aunque no haya coches, Venecia tampoco se libra de los atascos...


Es verdad que basta uno o dos días para ver la ciudad, y que permanecer más tiempo en ella puede cansar. Pero mucho más cierto es que indiscutiblemente se trata de una de las pocas ciudades que se pueden considerar únicas en el mundo y que, si bien 4 días seguidos en ella cansan, uno nunca se negaría a revisitarla al menos un fin de semana cada año. Hay muchas razones para hacerlo.









4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya viajecitos que nos pegamos, mare meua.

Venecia tiene pinta de enamorar a todo el que se pase por allí.

Tenemos que quedar para lo del money, y te tengo que enviar las fotos, aunque ocupan 700 megas...

Elric dijo...

Si la envidia quemara, yo ahora mismo estaría ardiendo, qué bonito :D

El opositor dijo...

Hijo de puta.

Saludos,
Dani Alves

Roberto dijo...

Qué ganas de estar ahi otra vez!

¿Te subiste con un gondolero de rayado blanco y negro? Con tu espíritu romántico te imagino recorriendo el Gran Canal en una góndola con el acordeonista de rigor, cantando "O sole mío"

Viva la pasta!