jueves, 29 de noviembre de 2007

El poder evocador de los aromas

No falla. Casi siempre que una paciente me dice que tiene un regalo para mí, o se trata de bombones o de un frasco de colonia. A veces alguna que otra se ha estirado con algún libro, algún disco de moda,... otras han sido más extravagantes, obsequiándome delantales para la cocina, al saber que vivo y cocino solo, o pañuelitos de seda, tras presuponerme un origen indio amparadas en mi bronceado veraniego, pero en el 90% de casos la estadística no falla. Así, en los dos años y medio que llevo trabajando, ya acumulo una amplia colección de colonias de distintas marcas, cuyo uso voy alternando por épocas sin darme cuenta de que con ello impregno con su aroma todos mis recuerdos.

Hoy he decidido cambiar de colonia, recurriendo a la que usaba habitualmente a finales del año pasado. Es increíble el poder que tiene una fragancia para evocarte decenas de recuerdos en apenas unos segundos. Recuerdos de todo tipo, algunos buenos, otros no tan buenos, algunos simplemente desastrosos, otros completamente insignificantes, que nunca creerías que volverías a recordar algún día, y en general todos tan dispares como pueda ser pensar en un concierto de Muse, una cena con amigos en una pizzería y una juerga en Razzmatazz con apenas unas milésimas de diferencia. Son como tarjetas de memoria en estado líquido, una vez abres un frasco que hace tiempo que no utilizas tu mente es invadida inevitablemente por flashbacks de todo tipo.

Independientemente de si el recuerdo es bueno o malo, la verdad es que siempre me ha gustado esa sensación de retroceder al pasado por unos instantes mediante una fragancia. Me transmite una melancolía sana y agradable, de las que gusta sentir. Siempre he tenido en mente hacer algún día una especie de viaje de aromas. Volver a la casa de mi abuelo, con ese olor tan especial que tenía y que ya tengo olvidado, para volver a percibir su esencia y sentirme cerca de él, volver a la residencia en la que residí durante mi estancia en París, que aunque en general apestara seguro que la mayoría de recuerdos que extraería entre tanta peste me emocionarían, volver al bosque en el que solía pasear de pequeño, con su permanente olor a tierra mojada,... Sé que no sería algo muy normal, y que la dueña de la casa de mi abuelo seguramente pensaría que estoy loco si me presento con la perorata de 'Buenos días, señora. No tenga miedo, no hay nada que temer, sólo deseo oler el aroma de su jardín'.

Oler y dejarse llevar, nada más que eso.

5 comentarios:

El opositor dijo...

Genial. La entrada más interesante por ahora de tu blog, sin duda. Si estuviese en un viaje en tren haciendo una lista de los 200 mejores posts del año seguro que éste entraría en mi top 10. Con una nota aproximada al 9'2365123. Incluso me atrevería a decirte que se trata de una entrada tranquila y de tempo lento sostenido, vestida ricamente con discretos arreglos jazz-pop pero sin decaer en el posmodernismo.

Ya en serio... Los aromas tienen un poder increíble, ya que hacen que recuerdes momentos que tenías casi olvidados, perdidos entre las tonterías que tenemos en la cabeza en el día a día. A mí por ejemplo, el olor de un jamón de categoría (o cualquier otro tipo de chacina) me transporta a los partidillos que echaba en mi pueblo, el perfume de mi tía a esos veranos interminables que pasaba en su chalet de la Costa del Sol, etc, etc.

PD: La anécdota india es para mear y no echar gota. Algún día tendrás que reproducir esa escena en versión redux, porque es típica escena de peli :D

Saludos,
Indira Gandhi

Anónimo dijo...

Genial texto. Yo también tengo dejavús de estos, al recordar vivencias y personas a través de un olor... Asocio a casa una de mis ex por el olor de su perfume, todos los trabajos en los que he estado por olores no muy agradables... Y de una sutil fragancia surgen mil recuerdos, que enlazan unos con otros, formando así la triste red de la melancolía.

Manuela dijo...

Tengo un pequeño conflicto con los aromas, y es que entre cientos de marcas no encuentro el perfume apropiado para mi. O son muy dulces y empalagosos o demasiado cítricos o demasiado exóticos, no sé, Imagino que esto sería digno de psicoanalizar.
Me has echo recordar muchos buenos olores, el romero y el tomillo del monte, las algas y el salitre del mar, el azahar cuando florece, la paella de los domingos, el olor particular de esas personas a las que has querido y que al volver a sentirla te hace estremecer.... todo un mundo de sensaciones

Manuela dijo...

¡Ups! lo siento HECHO con h. No he repasado la ortografía y me juega malas pasadas

Elric dijo...

Tengo un buen olfato, supongo que para compensar mi miopía, jaja, y bastantes recuerdos de mi vida los tengo asociados a olores... La fragancia de una novia, el olor al campo gallego, la sal del mar en el viento, un mundo fascinante.