martes, 1 de julio de 2008

Recuerdos

El otro día hice limpieza a fondo en mi habitación. Y esta vez por 'a fondo' no me refiero a guardar la ropa que había por en medio, ordenar los trastos y desempolvar lánguidamente los muebles. Esta vez tocaba limpiar hasta el alma de la habitación: mi estantería.

Uno por uno, fui desempolvando todos sus libros. Cada uno, aunque ya suene a tópico, me evoca sensaciones diferentes, en ocasiones contrapuestas, y me transporta a aquella mágica época en que lo leí, ahora recordada con cariño y melancolía, incluso si en aquellos instantes la consideraba una etapa de bajón. Así, 'La conjura de los necios' está invariablemente asociada a un atardecer de mayo en los jardines de Luxemburgo de París, 'El lobo estepario' a un domingo de recogimiento y melancolía encerrado en mi habitación, tratando de superar un desengaño, 'Rayuela' a un frío y oscuro enero en el que mi cabeza debatía constantemente sobre mi futuro o 'La tregua' a un mágico viaje por los Países Bajos.

Encontré también álbumes de fotos. Qué quereis que os diga... hacía años que no las miraba, desde que me regalaron la cámara digital y modernicé mi afición por la fotografía, pero sin embargo ni una sola foto hecha desde entonces ha logrado abarcar tanta carga emocional como aquéllas que encontré. Parece que fue ayer cuando las hice y las fui a revelar con la ilusión propia del momento, intrigado sobre cómo habrían quedado. Vi amigos de la universidad que lamentablemente ya sólo eran vagos recuerdos del pasado, por mucho cariño que les guardara. Y es que aunque uno ponga todo de su parte para mantener a su lado a los que más quiere, es inevitable que se enfríen las relaciones a medida que se distancian los caminos que emprende cada uno.

Llegó el momento de las postales. Encontré varias de una ex-novia en las que me quería, me amaba, me besaba, me prometía amor eterno... justo dos semanas antes de que lo nuestro terminara. Llego a encontrarme con esta postal hace un año y os juro que me da algo, pero sorprendentemente no sentí nada, ni bueno ni malo, como si mi corazón fuera un pedazo de corcho ante todo lo que puedo recordar de ella. Es muy dura una ruptura amorosa, pero es más traicionera la etapa después de haberla superado, cuando uno se considera fuerte y feliz y no es más que una ameba, incapaz de volver a amar. También encontré una postal muy graciosa de un amigo que hice en París. Los que más me conocen ya saben que en vez de residir en una residencia convencional, acabé recluído en una residencia mixta de estudiantes extranjeros y delicuentes juveniles en fase de reinserción social. Yo, aclaro, formaba parte del cupo de estudiantes extranjero, me creais o no... Este amigo me regaló una postal de cumpleaños para mi despedida de la residencia. Cuando ingresas en una residencia de este tipo, corres el riesgo de ver como sólo logras congeniar con los ex-delincuentes, da que pensar... quizás en el fondo tengo un macarra en lo más profundo de mi espíritu.

Finalmente, me encontré con un tesoro del todo inesperado: la agenda que utilizaba durante esos meses en París. Nunca he sido dado a usar agendas, de lo único que puedo sacar pecho es de tener muy buena memoria y no las suelo necesitar, pero en París, desconozco la razón, sí que usé. Imagino que al tratarse de mi primera experiencia en el extranjero quise asegurarme de que mi vida estaba bien organizada, aparte de que quedaba molón en clase cuando el profesor nos citaba para un examen y todos sacaban su agenda.

Nota: ir a clase sin apenas saber francés y sin agenda habría sido de un sobrado que no va conmigo.

En la agenda vi una serie de proyectos que tenía en mente para mi vuelta a España, proyectos que como era de esperar nunca llegaron a prosperar. Entre ellos, apuntarme a clases de guitarra (bueno, al menos di el primer paso de comprarme una... ahora, tocarla lo que se dice tocarla...), reaprender inglés, sacarme el carnet de entrenador de básket para convertirme en un Pepu cualquiera,... No hay peor comparación que la que uno hace con su propio pasado, por mucho que seas feliz y progreses en la vida siempre acabas sumido en la melancolía, pensando que podrías haber dado más de ti y añorando todo aquéllo que viviste y jamás volverás a vivir, ni aunque retrocedas y trates de reorientar tu ruta de vida, o aquéllo que pudo ser pero nunca fue, todos esos proyectos que se frustaron por pereza o estrés.

Aunque en el fondo disfruté como un enano, dudo que vuelva a embarcarme en otra limpieza de esta magnitud durante unos meses. Y es que yo no soy un guarro, no... simplemente es que no soy capaz de hacerme cargo de tanta melancolía desempolvando mi pasado. Ahora miro mi estantería como quien vigila a un enemigo...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu texto me ha tocado, ni te imaginas como.

Y en especial esta parte:

"No hay peor comparación que la que uno hace con su propio pasado, por mucho que seas feliz y progreses en la vida siempre acabas sumido en la melancolía, pensando que podrías haber dado más de ti y añorando todo aquéllo que viviste y jamás volverás a vivir, ni aunque retrocedas y trates de reorientar tu ruta de vida, o aquéllo que pudo ser pero nunca fue, todos esos proyectos que se frustaron por pereza o estrés."


Me siento TOTAL Y ABSOLUTAMENTE identificado contigo.

Me doy asco y verguenza por todo aquello que prometí hacer y no hice, por miedo, pereza o cualquier otro motivo injustificable.

Y estamos en lo de siempre, si tenemos en nuestras manos el devenir de nuestro destino, las llaves de la felicidad, por qué no las usamos?

Ya toca Biel, ya toca macho. WALK ON

Un abrazo, se te quiere un montón, que lo sepas.

Anónimo dijo...

Por cierto, el DVD de Radiojeta que me dejaste es la puta polla. Son muy amos tio. Maldigo todo este tiempo en los que decidí ignorarlos.

Anónimo dijo...

Maravilloso poder volver a leerte por estos lares. Esta entrada lo corrobora.

Un abrazo!

Fatima-San dijo...

al igual que el comentario anterior: si, me siento identificada con este escrito.

recuerdo que cuando tuve 22 años me hice un "to-do-list" con unos 10 puntos que quería conseguir hasta cumplir los 30 años (mira que friki, jajaj) y de momento sólo he cumplido 1 y medio... muy muy muy triste.

yo soy de las que guarda cositas tontas, como entradas de cine, de conciertos, folletos de programación de festivales y postales (si, colecciono aún postales) y las guardo en cajas viejas de zapatos y obviamente cada vez que las veo me es imposible no emocionarme.

y sí, soy también de las que caen en la trampa de la melancolía, pero de una forma intento mirar siempre hacia delante y los recuerdos que tengo (que muchos son también dolorosos) son nuestros acompañantes en lo que denominamos "viajes espirituales". forman parte de nuestras vidas.


MUA!